La primera vez que vi un ordenador fue en casa de mi tía Marga. Era un Spectrum, de esos que cargaban los juegos con cintas. No tuve mucho contacto con ellos hasta que empecé a trabajar. No formaron parte de mi universo infantil o adolescente.
Yo soy de la generación que creció pegada a la tele, con Espinete y Barrio Sésamo. Pero le doy clase a alumnos que seguramente sabían poner el DVD antes que atarse los cordones de los zapatos. Éste es su universo. No es peor. Sólo es diferente y quiero acercarme a él.
Así que ahí vamos...
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